LA DEMOCRACIA EN LA ESCUELA
La democracia se ha quedado en la puerta de muchas escuelas. Propongo algunos principios.
La democracia en la escuela es un valor social que hay que promover decididamente con todas sus consecuencias. Los centros deben desarrollar una cultura democrática global que impida a todos sus miembros y abarque todos sus ámbitos (organizativo, de gestión, etc.)
Al ser una institución compartida entre adultos y menores, es obligación de los primeros garantizar el aprendizaje democrático de los segundos (menores).
La democracia se aprende. Por ello la escuela debe promover actividades que estimulen la participación de los diferentes colectivos en la toma de decisiones, el ejercicio de libertades, etc. El papel de los equipos directivos es determinantes.
Los estudiantes son personas portadoras de conocimientos, experiencias e intereses. Una enseñanza democrática, por tanto, no puede ser concebida como mero "adoctrinamiento" curricular, sino como un proceso guiado de participación responsable.
El estado debe mantener una relación democrática con los centros, dotándolos de los medios necesarios para el desarrollo de su función y entendiéndose como instituciones que tienen el derecho y el deber de promover la mejor formación para sus estudiantes.
El estado ha de promover una formación de los docentes que les capacite para decidir, aplicar y evaluar por sí mismos, los proyectos que favorezcan el mejor aprendizaje y para implicarse activamente en la vida de los centros.
Es responsabilidad de los docentes generar un auténtico conocimiento profesional que se base en el contraste democrático y riguroso de modelos y experiencias. Las Universidades deben garantizar la vivencia de una cultura radicalmente democrática en las instituciones encargadas de la formación inicial de los docentes.
Concluyo pensando que una concepción profunda y consecuente de la democracia revolucionaría la escuela... ¿y la sociedad?
Columna de Rafael Porlán. He decidido incluir en mi blog este artículo debido a que me parece muy interesante la opinión de Rafael Porlán.
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